lunes, 9 de diciembre de 2013

MIEDOSOS

Estamos enfadados, pero no lo bastante

La gente está más atemorizada que enfadada. Las malas noticias nos tienen amedrentados y somos capaces de sacrificar nuestra libertad por la ilusión de la seguridad aunque apenas quede nada que proteger. Además, las formas de participación política más costosas vienen sufriendo el desgaste del miedo. Y los gobiernos, lo saben. 

Iba a titular: ¿Qué tiene que pasar para que "el nivel de discrepancia en España" deje de parecerle a Wert y al gobierno en general "una fiesta de cumpleaños"? hipótesis sobre por qué no arde la pólvora en nuestras calles: porque la gente está más atemorizada que enfadada. 

La indignación, prima hermana del cabreo, es un importante motor de cambio político. Parálisis o acción. Miedo o ira. Entre estos dos sentimientos nos debatimos en medio de noticias sobre desahucios, recortes, corrupción, privatizaciones y nuevas leyes demenciales.

¿Cómo andamos de ira los españoles? Regular. Más irritados y menos indiferentes, bien. Pero la creciente irritación no llega a afectar ni al 50% de la población española, frente al 71% que lo que principalmente siente ante la idea de "política" es desconfianza. 


Pasemos al miedo. No tenemos muchos datos sobre el nivel de ansiedad de los españoles con respecto a la actualidad política, pero sí algunas pistas. A finales de 2010 el CIS preguntaba por los sentimientos que albergábamos respecto al año próximo. Un 38% respondió que afrontaba 2011 temeroso, casi un 69% que preocupado, que viene a ser lo mismo. ¿Qué nos preocupa? El trabajo o la falta de él. El barómetro de mayo de 2011 preguntó por qué situaciones daban más miedo; un 32% de los encuestados respondió que quedarse en paro ellos mismos o un familiar directo, y un 35,5% que quedarse sin el dinero necesario para atender sus necesidades básicas. 

En esa misma encuesta, por cierto, se dio a elegir a los participantes entre el máximo de libertad a costa de algo de seguridad o el máximo de seguridad a costa de algo de libertad. El 63,5% eligió sacrificar la libertad por la seguridad.

El bombardeo de malas noticias nos tiene amedrentados, y somos capaces de sacrificar nuestra libertad por la ilusión de la seguridad aunque apenas quede nada que proteger. Barber también lo advirtió en El Imperio del Miedo: el gobierno que consigue inocular miedo en su población tiene carta blanca para cometer todo tipo de tropelías por mor de la seguridad. Nuestro gobierno, que lo sabe, prepara una secuencia de leyes que atacan derechos fundamentales y aumentarán brutalmente los costes de movilización.    

Un cuarto de los españoles son esquiroles potenciales en una hipotética huelga general, caso de que todos tengan empleo ese día. Imagino que, aparte de por la antipatía que les despiertan partidos y sindicatos, por el terror a perder lo poco que les queda. Con este panorama, imaginen lo poco probable que es una puesta en escena como la que pide Wert a gritos, con músculo. 

Esperemos que nadie haya de dar su vida por la libertad, por supuesto. De momento, los hay que están dando su tiempo y corriendo ciertos riesgos por los derechos y  libertades de todos, en las mareas y otros movimientos sociales. A algunos no les parece suficiente, y sueñan con escenas sacadas de Germinal. Pero estamos programados genéticamente para tener miedo, y éste es cuidadosamente cultivado desde la publicidad y otras instituciones para que nuestro comportamiento sea predecible y dócil. No lo vamos a perder en masa de la noche a la mañana. En el mejor de los casos podemos esperar una pérdida gradual del temor por los procesos que han llevado a los miembros de la PAH o a los yayoflautas a la política, más lentamente que la velocidad a la que nos están arrebatando derechos. Lo que sí está aumentando a ojos vista es el enfado de la población. Pero no sabemos cuál es la masa crítica para la fiesta de cumpleaños "gore" o cuáles son los posibles efectos de una mayoría de la población "enfadada" con la política. Tampoco sabemos si entre el próximo paquete de medidas que prepara el gobierno habrá alguna destinada a aterrorizar a los que ya se empezaban a pasar al bando de los enfadados o creían que  el miedo podía cambiar de bando.

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