viernes, 25 de abril de 2014

EL HOMBRE SIN ALTERNATIVA



En los tiempos que corren, ¿quién es en política un "duro"? Un individuo como Manuel Valls, primer ministro francés, recientemente nombrado por el presidente Hollande tras el descalabro del PSF en las últimas elecciones municipales. Es decir, un tipo de esos que pregonan supuestas verdades pintándolas con brocha gorda, para que se vean bien y nadie ose dudar, aunque sean declaraciones populistas con tintes xenófobos. Esto es, un personaje político que ya ha tallado su figura sin temor a decisiones costosas, de esas que se presentan como absolutamente necesarias. Y si esas decisiones son las de aplicar recortes y ajustes, en nombre de esa ortodoxia que es la austeridad a toda costa, para atajar como sea el déficit público, y sin que tiemble el pulso, es el primer ministro Valls el hombre indicado. Un tipo con carácter, que no se va a arrugar ante protestas de pensionistas o empleados públicos, ni se va a dejar impresionar por las quejas de un electorado que va a ver cómo le engañan incumpliendo el programa electoral. Hay que ser "duro" para un giro a la derecha sin titubeos, echándose en brazos de políticas neoliberales abjurando de propuestas de corte socialdemócrata con las que pidió el voto Hollande.


No hay que dejarse engañar, sin embargo. Eso es lo que han pensado los diputados socialistas que se han aplicado a presentar un plan alternativo al de su primer ministro para ahorrar 50.000 millones de euros, pero por otras vías. Y más allá del entorno parlamentario, lo que se observa bajo apariencia de hombre "duro" es un hombre sin alternativa. Así lo podemos describir, con título del filósofo polaco Leszek Kolakowski, de cuando se oponía al stalinismo desde un marxismo crítico. Quedar encerrado en un marxismo doctrinario, sin capacidad crítica ni pathos utópico, era verse reducido a "hombre sin alternativa". ¿Cómo no acordarse de esa expresión ante quien se presenta sin alternativa por estar encerrado en la ortodoxia neoliberal, igualmente sin capacidad crítica ni pathos utópico? Es el caso del primer ministro Valls. Y lo peor es que no está solo: parece acompañarle la socialdemocracia europea. ¿O podrán hacer valer una alternativa los parlamentarios de su mismo partido que han reaccionado oponiéndose a la política que se le quiere imponer a la ciudadanía? Para colmo, ya se sabe que la receta neoliberal de austeridad a ultranza conduce al fracaso. Crucial debate europeo.

José Antonio Pérez Tapias
(Publicado en el diario Granada Hoy el 24 de abril de 2014)

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